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Saturday, October 22, 2011

Fiebre de rating

Todos los actores del drama financiero que viene ocurriendo desde el verano del 2007 han sido cuestionados, pero ahora le toca el turno a uno que todavía no lo era tanto: las agencias de rating.

Según el Financial Times (edición 21-10-11), las agencias de rating están a punto de sufrir un gran cambio producto de que la Comisión Europea quiere, mediante nueva regulación en estudio, romper su modelo de negocio. Actualmente hay tres grandes agencias. Se les acusa de dos cosas:

1) Antes de 2007, haber calificado muchos títulos subprime como AAA (la mejor nota) para meses después, cuando los impagos no hacían más que multiplicarse, degradarlos hasta D (en quiebra).


2) Desde el estallido de la crisis de deuda europea, las agencias parece que, producto de la “sobre-reacción” producida por su “tranquilo” comportamiento durante la burbuja inmobiliaria americana, ahondan todavía más en la herida, bajando ratings a países que han empezado planes de ajuste severos (Grecia, Portugal, España, Italia) y que lo que menos necesitan ahora es que se les encarezca la financiación (por bajada de rating)

Las propuestas van en la línea de favorecer la competencia, obligando a emisores de deuda a cambiar de agencia de rating más seguido, y a prohibir calificaciones de rating a países bajo planes de rescate. Además los modelos de rating tendrán que ser puestos a consulta y ser aprobados por la Esma (autoridad de mercados europea).

Los contrarios a estas medidas razonan que, si no gustan los ratings, lo que no se puede hacer es “matar al mensajero”. Lo lógico, según estos, es cambiar el mensaje con soluciones creíbles.

En declaraciones al Financial Times, Michael Barnier, Comisario de Mercado interior, argumentando a favor de la propuesta de reforma, dijo que “no es que el termómetro cause la fiebre, pero el termómetro tiene que funcionar bien para dar la medida exacta de fiebre, sin exagerarla”. El paralelismo entre termómetro y agencias de rating es claro. Pero ¿quién tiene que decir si el termómetro funciona bien? ¿El médico, la compañía que lo fabrica, el paciente, un grupo independiente de académicos?

En sus declaraciones Barnier da por descontado que la Comisión Europea sabrá identificar qué termómetro funciona bien y cual no. ¿Son mejores y más listos los funcionarios de la Comisión que todos los analistas del mercado juntos?.

Este debate remite al problema de siempre: ¿El Estado tiene que intervenir o debe dejar al mercado que funcione solo?. La respuesta casi siempre es la misma, pero se aplica poco: dejemos al mercado, pero si vemos fallos, que el Estado intervenga. La cuestión es cómo tiene que intervenir.

¿Obligar a cambiar de agencia de rating tiene sentido y es viable? Pasa mas o menos como con las auditoras. Hay 4 grandes en el mundo, las Big Four. Decir que queremos más competencia es algo loable pero, ¿es factible que una agencia de rating pequeña, con pocos recursos, local, pueda calificar al Banco Santander (más del 85% de sus ingresos ya no son en España) o Nabisco Royal?. Ojalá pudiera. Pero no tendrá ni la experiencia, ni la capacidad logística para hacerlo, y por tanto no le será rentable.

¿Qué una autoridad europea tenga que aprobar los modelos de rating es algo lógico? Si, pero que tengan que ser puestos antes a consulta pública puede hacer que un modelo al final se transforme en un bien público y entonces ninguna agencia tendrá incentivos a invertir dinero en su desarrollo.

La reforma parece que no toca el problema de que quien paga el rating es el propio emisor, lo cual plantea un choque de incentivos: nadie muerde la mano que le da comer.

Una posibilidad es que sean los propios inversores quienes paguen las calificacions de rating. Ellos son los máximos interesados en conocer realmente el rating de su inversión y no notarían en absoluto el coste de la misma, si esta fuese un porcentaje mínimo sobre la inversión hecha. Sobre el total de un emisión normal (1000 millones de euros los Estados, y bancos, 200-300 millones una gran empresa), el coste del servicio de rating es inmaterial.

En resumen, resultado de la posible reforma europea: las agencias de rating dejarán el trabajo de calificar empresas y países, y una autoridad pública europea tendrá que asumirlo. ¿Eso es lo que quiere Barnier?.

Un rating tiene que tener una sola característica: ser fiable. Y para eso hace falta que quien lo construya tenga los incentivos bien alineados. Una agencia de rating pública no los tendrá, pero tampoco una agencia privada que tenga que sufrir la reforma de Barnier.

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